Desde el principio de los tiempos, el amor de Dios estuvo presente en la Palabra creadora, redentora y santificadora. En la plenitud de los tiempos, el amor de Dios se hizo presente, con y en la Persona de Jesús, a través del Verbo Encarnado, que fue enviado a habitar entre nosotros.Jeanne Chézard de Matel, en la Francia del siglo XVII, fue llamada por Dios para fundar la Orden del Verbo Encarnado, dedicada a caminar en el camino de Jesús, el Verbo hecho de carne, y proclamar la presencia de Dios siendo un evangelio de amor. Ella entendió que Jesús le dijo: "... te he destinado a instituir una Orden en mi nombre que honrará a mi Persona, Encarnada por amor a la humanidad". (Autobiografía)